La quiropráctica vela para que nuestro cuerpo funcione al 100% de su capacidad.

Las investigaciones científicas sugieren que los tratamientos quiroprácticos pueden ayudar a prevenir la degeneración espinal progresiva; es decir, la osteoartritis o la enfermedad del disco.

 

Muchas personas solo contemplan la quiropráctica cuando tienen dolor de espalda o cuello, pero en realidad tiene un alcance mucho mayor.

Al igual que el cuidado dental regular prolongará la vida útil de sus dientes, recibir tratamientos quiroprácticos de forma regular puede hacer lo mismo por su columna vertebral. Su columna vertebral, las vértebras y los discos protegen a su sistema nervioso lo cual controla todas las funciones del cuerpo. Entonces, la comunicación existente entre el sistema nervioso y el resto del cuerpo (órganos, músculos, células, etc.) pasa por el medio de la columna vertebral. Muchas veces, si hay una interferencia nerviosa que reduce la expresión y función de los órganos, esto puede contribuir a que el cuerpo no funcione a su máxima capacidad, lo que le hace más susceptible a—lo que nosotros llamamos en quiropráctica–‘mal-estar’ y luego el cuerpo se enferma o se vuelve sintomático.

Por eso, los quiroprácticos no ponemos atención a los síntomas; sino que nos enfocamos en lo que causó esos síntomas, es decir, buscamos el origen del problema y trabajamos sobre ello.

 

Cualquier cosa que permite proteger y nutrir la columna vertebral fomentará “una mayor expresión de la inteligencia nerviosa” y “una mayor vitalidad de la salud”. El cuidado de la salud consiste realmente en hacer todo lo posible para que el cuerpo vuelva a alinearse. Por eso la quiropráctica observa a la personas desde un punto de vista holístico.

 

La Quiropráctica es algo más que un remedio al dolor.”